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Pueblos medievales del Ampurdán

La historia y el paso de diferentes civilizaciones son otro de los grandes atributos de la Costa Brava y la provincia de Girona. El patrimonio arquitectónico que han dejado las diferentes culturas en estas tierras, que han sido siempre un punto de enclave estratégico, es espectacular. Los primeros rastros ya son de hombres y mujeres del paleolítico, después llegaron íberos, griegos y romanos. Posteriormente la Edad Media, con un legado diverso y bien conservado. Aquí nos detendremos, porque esta etapa tuvo un peso muy destacado para la evolución de este territorio. En la provincia tenemos cientos de exponentes de este período, de norte a sur, del litoral al interior. Una de las zonas mejor conservadas y más singulares es la de las aldeas que se encuentran en la parte interior de la Costa Brava Centro. Durante una estancia aquí hay que reservar tiempo para poder hacer alguna visita a alguna de estas pequeñas villas que se hallan a pocos quilómetros de la arena de las playas.

 

 

En esta zona interior se la conoce también como el Empordanet, nombre que le puso el escritor local Josep Pla. Prados verdes, campos de cultivo, viñas y pequeños pueblos con esencia medieval, convierten este paraje en una pequeña Toscana catalana.

La época medieval, como decíamos, ha dejado una huella más que notable y visible en la arquitectura y el urbanismo de esta zona, tal como queda patente en los numerosos pueblos que conservan fortalezas y vestigios de este período. La economía del país era principalmente agrícola pero la piratería, básicamente musulmana, dificultó la actividad comercial y obligó a los habitantes del litoral a construir torres de vigilancia. Por su situación de paso, la zona fue a menudo el escenario de luchas e invasiones.

Entre los pueblos mejor conservados y con legado más notable destacamos los núcleos de Peratallada, Pals o Monells.

Peratallada

Declarado bien cultural de interés nacional, es uno de los núcleos más importantes de Cataluña en lo que refiere a arquitectura medieval. De un extraordinario atractivo y belleza, conserva su antiguo aspecto feudal, con calles estrechas y tortuosas, con numerosos entrantes y salientes, donde destaca un castillo fortificado y las murallas. Un gran foso excavado en la roca viva bordea la población.

 

 

Pals

Ya vista desde la distancia, la silueta medieval del núcleo de Pals sobresale desde el horizonte. Su muralla abrazando a la villa, de donde sobresalen la iglesia y la majestuosa Torre de les Hores son el emblema del pueblo. Pasear por las calles y callejuelas de la villa nos transporta directamente a la época medieval: encontramos bóvedas de piedra, arcos de herradura, portaladas y ventanas.

Otros

Además de Pals y Peratallada, en esta misma zona también podemos encontrar legado medieval muy bien conservado en villas como Monells, Palau-Sator, Vulpellac, La Bisbal d’Empordà o Madremanya.

Ya a más quilómetros, la huella medieval también está muy presente en otros puntos de la demarcación como el casco antiguo de Girona, la vieja villa amurallada de Tossa de Mar, el núcleo antiguo de Besalú o el Castillo de Sant Pere de Rodes. En total más de 150 enclaves que forman parte del patrimonio y conjunto monumental de esta época que marcó el devenir de las comarcas gerundenses.

 

Photo:
1. Pals. Ajuntament de Pals
2. Palau Sator. Maria Geli i Pilar Planagumà, Arxiu Imatges PTCB
3. Peratallada. Jordi Gallego, Arxiu Imatges PTCB
4. Pals. Jordi Gallego, Arxiu Imatges PTCB
5. Monells. Jordi Gallego, Arxiu Imatges PTCB